Reinerio Tamayo, arte erótico

LáZARO CHáVEZ ARMENTEROS, Madrid 

"La primavera la sangre altera", dice un refrán. Y, como cada año por estas fechas primaverales, la Galería Acacia, de La Habana, celebra el Salón de Arte Erótico que ha hecho de sus salas un lugar de obligatorio encuentro para aquellos amantes del mejor arte erótico nacional.

Papaya
La Reina de la papaya (R. Tamayo)

Se han hecho otros intentos: la exposición Arte Sexo en la Facultad de Artes y Letras durante la 4ta Bienal de La Habana, por ejemplo. Instituciones como la Fototeca y el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales han tenido en sus respectivos espacios muestras relacionadas con el erotismo y el sexo, pero el evento de La Acacia ha sido la única de estas iniciativas que ha tenido una continuidad en el tiempo y que ha gozado de una gran jerarquía artística.

El sexo y el erotismo han sido siempre inspiración y motivo para los pintores de todas las épocas. De ello se nutre este Salón que, en su última edición, ha galardonado al artista Reinero Tamayo.

El trabajo más reciente de este artista fue la ilustración del primer Diccionario ilustrado de voces eróticas cubanas, en cuyas viñetas combina el humor, la gracia del doble sentido y, sin duda alguna, la exquisitez del dibujo. Algunas de ellas recuerdan las ilustraciones producidas para la Revista Signo que fundó y dirigió Samuel Feijóo.

La obra pictórica de Tamayo debe abordarse desde una perspectiva diversa, cognoscitiva y plural porque sus piezas constituyen una amalgama de elementos creativos, históricos y sociales del hombre contemporáneo.

Niña
Niña eso no se hace (R. Tamayo)

Algunos interpretan sus piezas simplemente como humor aunque éste no es el único elemento en su campo de diálogo. A su alrededor se tejen historias reales, atmósferas surrealistas y elementos de la herencia de la Historia del Arte, a través de la cita de obras clásicas o paradigmáticas, para dotar las suyas de un sentido crítico, analítico, acerca de nuestro contexto, siempre desde una perspectiva humanista.

Dentro de su vasta producción –caricatura, historieta, dibujo, cartel, pintura e incluso animación– sorprenden obras donde el erotismo alcanza una desfachatez insólita por su atrevimiento pictórico como en el caso de su peculiar interpretación de Las Meninas, titulada ¡Niña, eso no se hace!, donde la paradoja a esta conocida obra del arte español, se enfrenta a la familiarizada frase que da nombre a la pieza y el elemento fálico se manifiesta en forma de chichón enrojecido y encendido como el sexo mismo. Aquí convergen la apropiación de este clásico y la frase que da nombre a la obra (que de hecho también es universal), unidos por ese doble sentido que para los cubanos desempeña un importante papel en nuestra forma de ser y donde el sexo se manifiesta en sus más elocuentes interpretaciones. La burla, el choteo y el reírse de las cosas más serias componen el universo del cual Tamayo se aferra, como clavo caliente, para conformar su poética.

Publicado en: cubaencuentro

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